“Sacar lo nuevo y lo viejo del tesoro de nuestra casa”

Las palabras de bendición a la imagen del Beato Esquiú en CABA

Actualidad

Compartimos la homilía con ocasión de la bendición de la imagen del Beato Mamerto Esquiú, escrita por Fr. Emilio Andrada Provincial de la Provincia Franciscana de la Asunción y leída por El Rector de la Basílica S. Francisco, Fray José Enid Gutiérrez Olmos, ya que Fr. Emilio debió atender un imprevisto con un fraile enfermo en Luján. La celebración tuvo lugar en la Basílica San Francisco de Buenos Aires. el domingo 8 de diciembre de 2024, Solemnidad de la Inmaculada Concepción.

“Así como el Beato Mamerto Esquiú, es un ejemplo de religioso franciscano, viviendo de manera heroica el Evangelio, también afirmamos que, por su humildad manifiesta y desprendimiento de toda ambición y vanagloria de sí mismo, llegó a ser modelo de vida sacerdotal. Motivados por esta ocasión, en la que bendeciremos su imagen para la veneración pública en la misma Basílica en la que fue ordenado Obispo el domingo 12 de diciembre de 1880”.

Queremos resaltar su itinerario y experiencia de coherencia en un proyecto de santidad de vida y aspiración al sacerdocio:

En primer lugar destaca su madurez avanzada desde su niñez, expresada en la Obediencia a sus maestros en la entonces escuela de San Francisco de Catamarca. Tengamos en consideración que siendo muy niño falleció su madre y su padre lo envió interno en esta tradicional escuela de Catamarca.

Luego, ya avanzando en su edad, se observa una seria dedicación para adquirir conocimientos

A los 17 años ya tenía todos los estudios necesarios para acceder al sacerdocio, a los 19 ya era profesor de filosofía y el 18 de octubre de 1848 fue ordenado sacerdote, fue una excepción, pues aún tenía 22 años. A partir de allí, tuvo una actitud de plena dedicación pastoral o Para las celebraciones, la predicación, la administración de los sacramentos, principalmente la confesión, la atención a los pobres y a los encarcelados.

Así, su buena fama del obrar sacerdotal le valió que el gobierno nacional publicara sus sermones y los mandara a todas las provincias, embajadas y consulado argentino, especialmente su famosa homilía animando a aceptar la Constitución nacional.

Se acrecienta su imagen de fraile franciscano y sacerdote, en Catamarca y a nivel nacional:

Pero Esquiú, ante tanto elogio, decide ausentarse de Catamarca y pide permiso para trasladarse al convento misionero de Tarija, Bolivia.

No dura mucho su deseo de permanecer ignorado, en ese período le comunican que ha sido designado primero en la terna para arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina (1872). Su renuncia es inmediata e indeclinable. Quizás porque aquella designación era más bien promovida por los políticos del momento.

Acogiéndose al beneficio de poder ir a Tierra Santa luego de haber misionado más de 10 años en Bolivia, fue allí en el año 1876, donde su experiencia sacerdotal fue inconmensurable, lo cual puede admirarse en
sus Memorias. Particularmente impresionan las frecuentes misas que celebró en la iglesia del “Dominus flevit”, donde el Señor Jesús lloró por Jerusalén.vPero debió regresar a su tierra. Pues el Ministro general de la Orden de Frailes Menores, le pide que regrese a Argentinpara restituir la vida en común de los frailes.

Y, en 1878 ya es el primero en la terna para obispo de Córdoba, en enero de 1880 acepta diciendo: “Si el Santo Padre lo quiere, Dios lo quiere, que se haga su voluntad”.  Entonces, el domingo 12 de diciembre de 1880 recibe la ordenación episcopal en la basílica de San Francisco de Buenos Aires.

Su dedicación al servicio pastoral es inmediata:

Escribe Cartas al clero diocesano y religioso, y a los fieles. Visita la universidad de Córdoba, fundada por el franciscano Fray Fernando de Trejo y Sanabria. Visitó todas las parroquias y capillas de la ciudad. Visitó los pueblos del interior de la provincia. De hecho, su último viaje fue de La Rioja a Córdoba, en tren, un caluroso día de enero, bendecía pueblos y aldeas a su paso, pero, en la posta de “El Suncho”, Catamarca, falleció el miércoles 10 de enero de 1883.

Por todo esto, demos gracias a Dios por este hermano franciscano, sacerdote en el grado de obispo, que supo, realmente “intervenir en favor de los hombres en todo
aquello que se refiere al servicio de Dios”, y lo hizo con profunda y sincera humildad, y con un corazón grande para comprender y acompañar a los demás”.

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