“Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer” (Jn 15, 5)
Este versículo del Evangelio de Juan proclamado en la celebración de la Profesión Solemne, propio de la Fiesta de Santa Clara, ha sido en este tiempo de preparación, alimento para rumiar en el corazón. Luego de un período de casi una década de formación en la Orden Franciscana, específicamente en la Provincia de la Asunción, fui descubriendo con el acompañamiento de hermanos con mayor experiencia en la vida consagrada la profundidad del llamado de Dios de seguir a Jesús pobre con todo el corazón, con toda la mente y a cuerpo entero.
Este «sí» amoroso “permanente” como respuesta a la convocatoria del “Dios de los dioses” se funda en haber experimentado en carne propia que nada puedo sin Él. Como el hijo pródigo: “estaba perdido y he vuelto a la vida” (Cf. Lc 15, 24). Porque he sido amado sin condiciones, aceptado y cuidado sin saberlo desde pequeño por Jesús; pronuncié el 11 de agosto mi frágil sí porque sé que no soltará de la mano a su hijo amado.

Gracias
Agradezco a todas y todos aquellos que fueron y son parte de mi proceso de formación, a los hermanos con los que comparto lo cotidiano en la Fraternidad de Córdoba Capital por el trabajo realizado para tal acontecimiento, a todos aquellos que me acompañaron desde la oración devota y a quienes estuvieron presencialmente en la misa, la comida y el baile (frailes, hermanos/as de la OFS, religiosos/as de otras congregaciones, laicos, Familia Franciscana, amigos, familia de origen, etc.)
Emociones
Un día atravesado de emociones y sentimientos: alegría, temores, ansiedades, sensaciones de frío, calor, temblores, desbordamiento y hasta lágrimas; donde lo vivo humano se expresa y se anima a hacerlo porque se siente “en familia”.
Gracias… y junto al Pueblo de Dios me siento como uva del racimo que sabe por experiencia que el Reino del amor, respeto, inclusión, solidaridad y fraternidad con los despreciados de este mundo, se construye como Francisco y Clara de Asís, bebiendo de la savia de la vid».


