Fray Sebastián Robledo, ofm.
Mes misionero. Este año el lema del mes misionero es bien motivador. De nuestra simple presencia con el pueblo Munduruku me gustaría compartir con ustedes una breve reflexión.
En primer lugar y como punto de partida de la dinámica misionera, veo la necesidad de dejar que Jesús ocupe el lugar de Maestro y Salvador en nuestro caminar misionero. Sin duda, la experiencia de intimidad con el Señor en la Palabra, en la Eucaristía y en la fraternidad hace que el corazón sea transformado y renovado por el fuego del Espíritu. Tal experiencia no se puede contener: “Pero lo sentí dentro como un fuego ardiente encerrado en los huesos” (Jer 20,9). Ella nos invita más bien a “salir siempre de sí mismo, rompiendo la cáscara del egoísmo” (Dom Helder Câmara). De esta experiencia pascual (Lc 24,32) se podrá partir “sin demora”, como lo hicieron los discípulos de Emaús (Lc 24,33-35) y la misma María cuando recibió el anuncio (Lc 1,39).

En segundo lugar (y como consecuencia del anterior) será poner los pies en camino para el anuncio del Reino. Vale recordar la dinámica que nos presenta Marcos en el evangelio (3,13-15) donde después de la intimidad con Él viene la salida misionera. No hay fe si no vivimos estos dos aspectos: intimidad y anuncio (quizás dos momentos de una misma realidad). Volviendo a la imagen del camino, veo señalar dos cosas: la primera es que el camino nos guía en una dirección, nos da un horizonte de sentido. Muchos hoy “caminan sin saber adónde van”. Creo que como hermanos menores tratamos de vivir nuestra itinerancia siguiendo al Cordero dondequiera que vaya (Ap 14,4). La segunda es que nuestra fe, nuestra vocación como discípulos misioneros, crece y se desarrolla en este camino misionero. Nuestra consagración madura en salida!!! Caso contrario nos perdemos…

La vida misionera junto al pueblo Munduruku me va enseñando poco a poco a “gastar alegremente la vida”[1]. Soy consciente de que tenemos muchas formas y expresiones misioneras que se están llevando a cabo con gran dedicación y fidelidad en nuestra “querida Amazonía”. Sin embargo puedo decir que el Señor poco a poco va encendiendo mi corazón y poniéndome en camino para compartir simplemente que voy siendo salvado. Si bien hay momentos de cansancio y de incomodidad, la vida cotidiana va revelando lo que percibo con fuerza: la presencia del Dios de las promesas y las alegres sorpresas que acompaña nuestra historia…
[1] https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2023/september/documents/20230902-mongolia-clero.html